Reino Unido: ¿Desconectado de sus ciudadanos?
Es hora de que una de las entidades democráticas más antiguas y establecidas cambie

Varios países como el Reino Unido, los Estados Unidos o Canadá usan un sistema electoral denominado "First Past the Post", o sea "el primero pasa". Es un sistema que distribuye las sedes congresales no por el porcentaje de voto de un partido, sino por los ganadores de cada distrito geográfico. El Parlamento del Reino Unido tiene 650 sedes y el país se divide en 650 circunscripciones electorales. Cada elector vota en su propio distrito, y el candidato vencedor de cada distrito ganará una sede parlamentaria.
Es un sistema antiguo y diseñado para un dialogo entre dos grandes partidos políticos, anteriormente justificable por el riesgo de un Parlamento bloqueado y la eficacia de un gobierno fuerte, que a menudo tiene una mayoría. Sin embargo, ahora este sistema está bajo mucha presión en el Reino Unido debido a sus carencias democráticas.
El problema se puede demostrar con un ejemplo breve. Digamos que el País X está dividido en 400 circunscripciones electorales, con 3 partidos: A, B y C. En cada distrito, los candidatos de A, B y C se presentaron y ocurrió el resultado siguiente:
- Los candidatos de A ganaron en 205 circunscripciones, y recibieron el 43% del voto.
- Los candidatos de B ganaron en 38 circunscripciones, pero recibieron el 20% del voto.
- Los candidatos de C ganaron en 157 circunscripciones, y recibieron el 37% del voto.
Aunque hubiera ganado el 20% del voto general, el partido B tendría solo 38 escaños en el Parlamento, o sea menos del 10%, porque sólo tuvo la mayoría en el 9.5% de circunscripciones. Entonces, no podría representar al 20% de la población que le apoyó. Además, el Partido A tiene mayoría, y así dominará el proceso legislativo, sin haber ganado el 50% del voto.
Las elecciones de 2015 dejaron una sensación muy amarga en el Reino Unido; según el Electoral Reform Society (ERS), fue el resultado menos proporcional en su historia. El Partido Conservador recibió el 37% del voto general, pero tiene mayoría absoluta en el Parlamento. De 650 candidatos elegidos al Parlamento, 322 (49%) ganaron por menos de 50% del voto en su circunscripción electoral. Peor aún, 24.2% de los sedes son detentadas por Miembros del Parlamento (MPs) que no llegaron allí mediante un sistema de voto proporcional.
La injusticia más manifiesta ocurrió con el UKIP, partido nacionalista que obtuvo casi 4 de los 31 millones de votos, o sea más del 10%, y acabó con un solo MP en el Parlamento (0.15%). Mientras que el UKIP obtuvo un MP con 3.86 millones de votos, el SNP (Partido Nacional de Escocia) requirió 26.000 votos por MP y el Partido Conservador 34.000 por MP. Como declaró Katie Ghose, jefa ejecutiva del ERS, "millones se han despertado y encontrarono que sus voces no fueron oídas".
Las estadísticas espantosas siguen. El SNP ganó en 56 de las 59 sedes escocesas. Podríamos pensar que casi toda Escocia votó por SNP. En realidad, solo la mitad votó así. El MP Alasdair McDonnell obtuvo sólo el 24.5% de su circunscripción, pero terminó dentro del Parlamento. ¿Cómo el 24.5% puede traducirse en el 100% de la voz política de un área?
Lo ocurrido en Escocia demuestra el problema de las "sedes seguras" en el Reino Unido. Casi la mitad del país vive en circunscripciones en las cuales el resultado está casi predeterminado antes de la elección. Tenemos un sistema de votación que acentúa las divisiones regionales y polariza el debate político entre bastiones geográficos pertenecientes a los partidos mayores, sin dar voz a los partidos minoritarios. Por consecuencia, muchas opiniones, quejas e ideologías quedan sin representación a nivel nacional.
Con esas "fronteras" electorales que se crean, la polarización hacia un sistema de dos partidos (y no los 8 que se presentaron en las elecciones) se fortalece por el hecho de que casi siempre sea una mala idea votar por un tercer partido. Si alguien tiene ideas de izquierda y vota por el partido Liberal (y no el Laborista, el mayor partido de izquierda), el voto de izquierda se dividirá entre estos dos partidos similares. Por lo tanto, el partido de derecha (Conservador) ganará con menos de 50% del voto.
Este modo de pensar tiene mucha influencia en el Reino Unido. Personas que hubieran preferido votar por el Partido Liberal-Democrático (centro/izquierda), o el Partido Verde, votan Laborista estratégicamente, para evitar que la derecha gane en su distrito. Eso es porque saben que el Partido Verde no tendrá la mayoría de ninguna manera. De modo similar, personas sin real aprecio por los conservadores votan Conservador, para evitar que los Laboristas ganen en su distrito. Las elecciones se convierten en un juego de estrategia, en el cual los votantes tienen que seguir varias tácticas porque saben que sus opiniones no serán representadas, y prefieren votar por el "mal menor".
Finalmente, este sistema de voto electoral no responde bien a los cambios de opinión. Un partido con una dominación geográfica en varios áreas puede perder mucho de su apoyo (en términos de porcentaje total de votos) sin perder ningún escaño en el Parlamento, o con una ligera disminución. Esa rigidez y desvinculación entre el Legislativo y la opinión popular va en contra de los principios de gobierno democrático.
Las consecuencias de las elecciones de 2015 son sombrías. Grupos enteros de votantes no tienen representación. La representación de grupos étnicos/partidos minoritarios está casi completamente ausente en el Parlamento, porque aunque tuvieron votos, fueron insuficientes para ganar escaños. Con un poco más de la tercera parte del apoyo público, el gobierno conservador redujo grandemente los fondos destinados a personas discapacitadas, mientras manteniendo impuestos bajos para los más ricos. Sin este apoyo financiero, miles de discapacitados murieron en 2015.
Es hora de que una de las entidades democráticas más antiguas y establecidas cambie a un sistema electoral que realmente represente a su país.